No necesitas un gimnasio de lujo. En otoño, la naturaleza se convierte en el mejor lugar para entrenar. Solo tienes que abrir los ojos:
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Los bancos del parque sirven para hacer sentadillas o fondos.
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Los caminos llenos de hojas son ideales para caminar o correr sin mirar tanto el reloj.
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Incluso recoger hojas con tus peques puede ser un ejercicio de movilidad y juego.
La clave está en usar lo que tienes a mano. Además, entrenar al aire libre en otoño tiene un plus: respirar aire fresco, sentir los cambios de la estación y darle un descanso a la mente de las pantallas.
Y si hace frío… mejor. El cuerpo gasta más energía para calentarse, así que quemas más calorías sin darte cuenta.

